Culpa: el hijo puede sentir que causa o puede evitar el consumo de su padre o madre. Es un error muy común. No lo causaron y no pueden hacer nada (ni dejar de hacer nada) para detenerlo.
Impotencia/soledad: el hijo se siente solo y desesperado por no comprender que sucede y por ser menores, no pueden poner en contexto lo que ocurre.
Angustia/ ansiedad: incertidumbre constante por la situación familiar. Falta total de límites. Cambios constantes y abruptos.
Control/ Obsesión/ Aislamiento: los hijos tienden a lidiar con la adicción de sus padres de forma controlada, dedicándose a sus actividades con una fuerte intensidad o aislándose emocionalmente de su entorno social. Crecen intentando controlar lo que sienten, obsesionados por el comportamiento errático de sus padres.
Confusión: las adicciones y patologías mentales, suelen cambiar repentinamente la conducta de las personas, independientemente de la conducta del niño. Esto provoca una alteración constante en los roles familiares y mensajes contradictorios constantes.
Enojo/Ira: el hijo puede sentir enojo contra el padre/madre con la adicción o patología, por tenerla y con el padre/madre que no tiene la problemática, por no resolverla.
Temor: las peleas constantes generan el síndrome de “corazón de soldado”, haciendo que el hijo se sienta bajo un estado de hipervigilancia permanente. Viven alerta. Nunca saben que va a pasar.
Vergüenza: los hijos suelen sentir que sus hogares son inestables y que prevalece un secreto que tienen prohibido contar, esto los avergüenza e inhibe la relación con amigos y con su entorno inmediato. No invitan amigos a su casa.
Autoestima: la desvalorización y las agresiones constantes por parte del sistema familiar, debilitan los aspectos yoicos y vitales del hijo. Crecen con muy baja autoestima. Buscan aprobación fuera del hogar.
Negación: es el mecanismo de defensa más utilizado por los hijos, debido al fuerte dolor emocional de la problemática.
Dificultades en la comunicación: la adicción anula los diferentes canales de comunicación, por lo cual los miembros de la familia quedan aislados como si formaran pequeñas islas. Basan sus comunicaciones en suposiciones o mensajes indirectos.
Otras áreas de la personalidad que afecta cuando adultos:
– Dificultad para recibir. Suelen dar para ser amados.
– Desconfianza por las constantes promesas rotas de los padres.
– Dificultad para generar o sostener relaciones interpersonales.
– Relaciones íntimas insatisfactorias.
– Dificultades para concentrarse y vivir su propia vida.
– Confusiones respecto a la identidad sexual.
– Dificultades para conectar con su vocación y para poder nombrar sus deseos.
Estos son algunos de los ámbitos de la vida de los hijos afectados por la adicción o patología dual parental. Todo daño puede revertirse o reducirse. Sólo hay que estar conscientes de esta problemática para poder hacer algo al respecto.